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viernes, 17 de octubre de 2008

Lucen ilusionadas sus mejores galas en aquellos tempranos días de Corpus, ahora ya no solo resultan orteras esas formas de vestir a las que culpamos a nuestras madres, si es que nos atrevisemos a enseñar aquellas fotos.

Tampoco nos resultan tempranas esas horas, gracias a esas siestas obligadas, que posiblemente sean las reserbas de las horas de sueño que nuestros cuerpos se resisten a repetir, despertandonos la intranquilidad de las experiencias de nuestras almas horas antes a la misa de un Corpus que dejo de existir como la ilusion de nuestros ojos, de una inocencia que conocida ahora gustariamos volver a repetir.

Cuantos olores nos recuerdan a fechas que para nosotras eran las fiestas que esperabamos impacientes cada año que parecian tener 665 días. Ahora, sin embargo, se nos esfuman casi sin darnos la oportunidad de rectificar lo que en un segundo nos cambia una vida de años eternos en los que el tiempo y lo que sucediese no parecian importar.

...Ese olor a incienso y a juncias, juncias que nos hacian patinar sobre nuestros primeros taconcitos recien extrenados. Como princesitas jugabamos, soñabamos ... unas mas que otras. Construiamos nuestras chozas -palacetes- de un verde esperanza que no entendian de hipotecas, bajo la luz de uno de esos jueves que brillaba mas que el sol.


Y en el fondo de este recuerdo...sssh!!...¡¿las escuchas?!, esas campanas tan bien afinadas, ese sonar a misa, el repique e incluso la de difuntos...¡¿las recuerdas?!. Estas ultimas eran las que hacian salir a todas las vecinas para querer saber, para tener mas temas con los que animar esas sobremesas junto a la "mesa camilla", en unas epocas en las que el tomate no se veia ni de lejos, ni a la vuelta de la esquina.

Y es que al volver la esquina nos esperaba nuestro lugar de encuentro y el polvo que junto a los palos nos hacian "jalear" a unas baquillas que como cada año paseaban tambien por delante de la casa de la Tia Paca.

¿Que fueron de esas niñas, de sus largos paseos veraniegos por las adoquinadas calles custodiadas de "gente sentada al fresco" a las que se hacia oblicada saludar una puerta si y otra tambien?.

¿Recuerdas ese banco de espaldas a la inmensa puerta de la biblioteca que daba justo frente a las mas bella de las torres?. ¿Recuerdas el carnerete, tan estrecho, encalado, con su unica y misteriosa puerta que daba acceso al patio de la iglesia?.

Y fuimos creciendo, y seguiamos paseando, y continuamos soñando en lo alto de una terraza con cañizos que apenas nos dejaba ver el cielo estrellado. En el chiringo "del Puli" urdiamos nuestras formas de engañar al portero mas temido de la "Quinta Dimension".

Son muchos los temas que han llenado nuestras vidas, pero existe un denominador comun que les hace tener un final imprevisible, cuando, no solo, nuestros padres, sino nosotras mismas pusimos de nuestra parte, la educacion, el respeto, la responsabilidad, la amabilidad, la sinceridad, la franqueza. Fuimos especiales con nosotras, entre nosotras, y con los que nos cruzamos a lo largo de un camino que desde hace tiempo se nos ha convertido en una inmensa cuesta arriba que se hace imposible subir. Sobre todo cuando miras, y a tu lado, no solo, los campos estan desiertos, sino que si miras al cielo raro es el dia que no se muestre gris, y lo peor de todo que nadie nos sigue y que quien deseamos tampoco nos acompaña. Porque a estas alturas ambas sabemos con quien podriamos haber estado, pero lo peor de todo, las dos sabemos con quien queremos estar ahora. Y eso, no hay corazon que lo soporte ni ojos que puedan disimularlo. Y es que las ilusiones se nos escaparon, no sabemos en que momento, no paro de preguntarme en que segundo, de que minuto, de que hora, de que dia de que mes, de que año, me equivoque, cuando dije si cuando deberia haber dicho no. Pero sobre todo me culpo de no saber guardar mas silencio ante tantos oidos sordos con los que malgaste y sigo malgastando palabras de un idioma que aunque hubieran escuchado jamas habrian sabido entender.

Bajo bovedas centenarias y altares dorados arrodillamos nuestras almas en espera de ser atendidas, no perdemos la fe , tal vez, sigamos siendo tan ingenuas y soñadoras al permitirnos escuchar ese susurro que nos impide perder la esperanza y creer que todo terminará como en esos cuentos de la infancia en las que "...y vivieron felices y comieron perdices...".


Muy a pesar de que el reloj biologico marque la edad de las gallinas y es que en los sueños no corre el tiempo.